No hay peligro. Sin embargo, la cueva parece ser el lugar más seguro de todos. Las probabilidades de que alguien quiera venir a un agujero lleno de papel confort y olor a meado son prácticamente nulas. Por eso resisto.
En la playa, una horda de borrachines baila y grita alrededor de unas cuantas muchachas que difícilmente podrán librarse de sus arremetidas. La belleza de la tarde contrasta con el aire desafiante y enloquecido de ese grupo de jóvenes universitarios.
Por eso es que huyo de su delirio para esconderme en el mío. Desde aquí puedo observar con detención sus movimientos y evaluar cada una de sus burdas estrategias de cortejo. Me imagino que todo esto no puede parecerse al amor. De lo contrario, me vería en la necesidad de olvidar mis pretensiones rosadas e ideales para disputar algún pedazo de carne en esa fiesta infernal. No, no; eso no puede ser amor…
El olor de la cueva comienza a trastornarme y siento cada vez más cerca la necesidad de salir.
Cuando estaba a solo metros de ese grupo de bellacos, uno de ellos me grita sonriente: ¡Puta que te demoraste en vomitar, curao culiao!
Eso explica con claridad las razones de mi exilio.
lunes, 31 de enero de 2011
EN TU SILENCIO
En tu silencio habitan
todavía
mis gritos de la noche
y del día.
Te marcan la cara,
entorpecen tus pasos
y lloras,
lloras en silencio
palabras que sueñas
sean dulces
sean otras,
muy otras,
para no volver a llorar.
todavía
mis gritos de la noche
y del día.
Te marcan la cara,
entorpecen tus pasos
y lloras,
lloras en silencio
palabras que sueñas
sean dulces
sean otras,
muy otras,
para no volver a llorar.
PARA QUE NO ME OLVIDEN
La rutina me ha robado el día y la noche, me ha limpiado la memoria y abandonado para siempre en la vida vulgar de los hombres solos. Por eso, al volver a casa, y cuando estaba a punto de olvidarlo todo, me arrojé por la ventana…
para que no me olviden.
para que no me olviden.
jueves, 13 de enero de 2011
Canto ciego
Apenas audible
el canto del ciego
se pierde entre los fantasmas
de mediodía.
Y sin embargo
caen
unas tras otras
las monedas
en su mano negra.
Solo lástima
solo distancia
solo verguenza
nada de música
nada de amor.
el canto del ciego
se pierde entre los fantasmas
de mediodía.
Y sin embargo
caen
unas tras otras
las monedas
en su mano negra.
Solo lástima
solo distancia
solo verguenza
nada de música
nada de amor.
Mercancía
En el río
a veces un sauce
otras veces un aromo raquítico
denuncian
su condición salvaje.
En mí
solo una vez
el hambre
y su absorvente presencia
sacudió el tibio
transitar
de mi ser
como mercancía.
a veces un sauce
otras veces un aromo raquítico
denuncian
su condición salvaje.
En mí
solo una vez
el hambre
y su absorvente presencia
sacudió el tibio
transitar
de mi ser
como mercancía.
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