Los guasos de Chile corresponden a los gauchos de las pampas, pero son en suma seres por completo diferentes. Chile está más civilizado, y sus habitantes han perdido mucho de su carácter individual. Las diferencias de rango están aquí mucho más marcadas; el guaso no considera a todos los hombres como sus iguales y he quedado muy sorprendido al ver que mis compañeros no gustaban de hacer sus comidas al mismo tiempo que yo. Ese sentimiento de desigualdad es una consecuencia inmanente de la existencia de una aristocracia de fortuna. Se dice que hay aquí unos grandes propietarios que tienen de cinco a diez mil libras esterlinas de renta anual. Desigualdad de fortuna que, según creo, no se encuentra en los países en que se cría ganado al este de los Andes. El viajero no encuentra aquí esa hospitalidad sin límites que rechaza todo pago y que es ofrecida tan cortésmente que puede ser aceptada sin escrúpulos. En Chile, en casi todas partes, se os recibe por la noche, pero con la esperanza de que algo entregaréis al partir a la mañana siguiente y aun un hombre rico acepta sin reparos dos o tres chelines. El gaucho, en toda circunstancia, es un gentleman; el guaso, preferible en algunos aspectos, jamás deja de ser un hombre trabajador, pero vulgar. Aunque esas dos clases de hombres tengan más o menos las mismas ocupaciones, sus costumbres, como sus trajes, difieren; las particularidades que les distinguen son, por otra parte, universales en los dos países respectivos. El gaucho parece no formar sino un solo cuerpo con su caballo, y se avergonzaría de ocuparse en cualquier cosa, en la que su cabalgadura no tomase parte; al guaso puede contratársele para trabajar los campos. El primero se alimenta exclusivamente de carne; el segundo casi por completo de legumbres.
Darwin, Charles: Viaje de un naturalista alrededor del mundo. Buenos Aires, El Ateneo, 1961. pp. 302-303.
miércoles, 3 de agosto de 2011
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