domingo, 11 de enero de 2009

ASPIRINA

A Rosellini

En la dura noche de la guerra, mientras cuento con los dedos las personas que me quedan en el alma, pido a gritos una aspirina que borre tu muerte de esta cama, de esta pieza oscura, de esta ciudad en llamas. La veo venir en manos de prostitutas rehabilitadas, la veo caer en esta mano que ya no sirve para nada. Y perdida en la sangre que me resta, deshecha su esperanza en este cuerpo, en esta vulgar piltrafa, me pierdo para siempre en el destino de Italia.

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