COMEDIA EN DOS ACTOS
Estrenada el 19 de julio de 1916 en el Teatro Royal de Santiago por la Compañía Díaz de la Haza
ACTO PRIMERO
La escena representa una salita de campo, antigua. Puerta al foro que da al jardín. Ventana con vista al campo. Sillas de mimbre, sofá, mesa de centro. En un rincón el atril de un pintor, con un paisaje a medio concluir. Cajas de pintura, pinceles, etc. Algún desorden.
Doña Mercedes: (Llamando) ¡Luz!... ¡Luz!... ¿estará sorda esta muchacha? ¡Luz!... ¡Luz!...
Luz: ¿Llamaba la señora?
Doña Mercedes: Ya lo creo… Media hora hace que te estoy gritando… ¿Dónde estabas?
Luz: Arreglando la pieza de don Rafael… Viera usted qué confusión… ropa… libros… papeles… cuadros… todo revuelto…
Doña Mercedes : Bueno, bueno… anda a mi pieza y me traes el folletín que está encima del velador… Cuidado con las hojas sueltas…
Luz: Descuide… (Medio mutis)… ¿Cuál de los dos? ¿”El Casamiento de Ultratumba” o “Los siete puñales del Fantasma”?
Doña Mercedes: El que está encima del velador: “El Casamiento…”
Luz: Ah, está bien… (sale contoneándose y cantando a media voz): “Yo he sido cigarrera… Maestra en labores… Y me eduqué en la calle tan renombrada de Embajadores…”
Doña Mercedes: ¡Qué muchacha, Dios mío!... ¡También con musiquitas!... Desde que está mi sobrino todos cantan… ¡Esta chiquilla… malo! Se ha botado a señorita… todo lo pregunta… todo lo quiere saber… ¡Hasta ha pedido una novela para leer en las noches! ¡No faltaba más!
Doña María: (Entrando por la puerta derecha y mirando el cuadro a medio concluir) ¡Jesús! ¡Qué porquería!
Doña Mercedes: Ya estás criticando los cuadros de mi sobrino… ¡Le tienes mala voluntad!
Doña María: ¡Ni lo permita Dios! Lo que tengo es mieo… Desde qu´el llegó anda toa la casa patas arriba… Mucho cuidado, misiá Mercedes, que cuando en una casa se cuela un viento d´esos malos, toítos sufren de aire…
Doña Mercedes: ¡Kjem!... ¡Kjem!...
Doña María: Sí, señora… toítos… En especial los más raquíticos.
Doña Mercedes: ¡Kjem!...
Doña María: Lo ve usted. Ya está con carraspera…
Doña Mercedes: No te pases de maliciosa, vieja… Crees que mi sobrino es un demonio, capaz de perdernos a todos, principiando por mi Chabelita…
Doña María: ¡Kjem!... Ahora me ha bajado a mí la carraspera…
Luz: (Entrando) Aquí está, señora… Parece ser muy bonito…
Doña Mercedes: ¿Y a ti qué te importa?... ¡Vete a tus quehaceres!...
Luz: ¿Quiere la señora que le ponga flores en la pieza de don Rafael?
Doña María: ¡No!... ¡No faltaba más!... Too p´al caballero… ¡Anda a poner la mesa, será mejor!...
Luz: Bueno… (sale canturreando)
Doña María: Miren qué señorita… flores, flores… Ahora que están abotoneando… ¿No lo digo yo?... Too p´al señor… Too pa on Rafaelito… ¡Ni que juese er rey der mundo!...
Doña Mercedes: No digas tonterías, vieja… que Rafael está de visita y hay que atenderlo… Y basta ya da charla que estoy muy interesada en el desenlace de este folletín… (Lee a media voz)
Doña María: (Mirando el suelo) ¡Jesús! ¡Qué revolutis…! Pinceles por aquí, trapos por acá… pinturas por toas partes… ¡Jesús! ¡Jesús!... Y too pa pintar estos mamarrachos… ¡Valientes cuadros!...
Doña Mercedes: ¡Calla rezongoña!...
Doña María: Es que esto no tiene perdón de Dios. Mire usted cómo ha pintado “Los Sauzales”… ¿Son éstos “Los Sauzales”?… ¡Oh!... ¡Qué Sauzales ni qué calabazas!...
Doña Mercedes: ¡Calla!...
Doña María: Como usted se lo pasa leyendo, no ve las mentiras que pinta el señor sobrino. Porque esta es una mentira… ¡Miren que Sauzales, no faltaba más!... Cuatro manchones que no son árboles ni son ná… Otro manchón que no ha sido agua en toa su perra vía… Y allá… en er fondo, dos garabatos, que más parecen un ovillo de lana que dos señoras nubes… Esto… ¡qué va a ser “Los Sauzales”!…
Doña Mercedes: (Sin quitar la vista del folletín) Bueno, bueno… ¡No son “Los Sauzales”!…
Doña María: ¡Claro!... Como on Rafaelito no es nacío ni criao en “Los Sauzales”… a él ¿qué?... pero a una qu´es nacía en “Los Sauzales” y que tiene puesto sus cinco sentíos en “Los Sauzales”… le da rabia que un santiaguino cualquiera venga a llevarse los paisajes e “Los Sauzales”… Menos mal si no se los llevan parecíos… pero esto es desacreditar la tierra de una, señor… Esto es reírse e “Los Sauzales”… ¡Es una mardá!
Doña Mercedes: ¡Vete, vieja… vete!...
Doña María: ¡Ya me voy!... Pero, o yo no entiendo de arte, que lo dúo… o estos no son “Los Sauzales”… (Mutis rezongando)
Doña Mercedes: ¡Esta María!... (En el jardín se oyen las risas de Chabela)
Chabela: (Trayendo al arrastre a su primo Rafael). A ver, so pintorcito de pacotilla… ¿Qué se ha figurado el Murillo éste?... Mi retrato, señor… mi retrato… ¡Ya no espero más!... Ah… te voy a acusar… Mira, mamá… Rafael es un farsante… No quiere hacerme el retrato… ¿Tú te acuerdas que me lo ofreció?... Ahora se hace de rogar…
Doña Mercedes: ¡Esta chiquilla!... ¡Más seriedad, hija!...
Chabela: Es que no quiere, mamá… es un embustero…
Rafael: ¡No! Chabela… es que en estos días no me sentido lo suficientemente inspirado para emprender esa obra maestra… ¡Porque yo te lo juro que va a ser una obra maestra!
Chabela: ¡Farsante!... No vengas con disculpas… Ahora mismo me pongo en “pose” y san se acabó… ¡No faltaba más!... Este pintorcillo de tres al cuarto haciéndose de rogar… ¿Cuándo habrá tenido el muy pillo una modelo más comme il faut?...
Doña Mercedes: Chabela… ¡qué tarabilla eres, chiquilla!...
Rafael: ¡No, si tienes razón!... Te prometo solemnemente que esta tarde principiaré tu retrato… ¡Y vas a ver cómo este pintorcillo de tres al cuarto se va a transformar en un Murillo de verdad para pintar esa carita que es una bendición de Dios!...
Doña Mercedes: No digas tonterías, niño… que la pobrecita se lo puede creer…
Rafael: Muy bien que haría, porque es el Evangelio.
Chabela: Este primo es más mentiroso que un almanaque… Y muy capaz sería de engañarme otra vez… Pero no… ¡lo que es esta tarde tú me haces el retrato!...
Rafael: Dalo por hecho… En medio hora más principiamos el trabajo… Ahora me voy al Correo y en seguida vuelvo…
Doña Mercedes: Mira… ya que vas a pasar por la Plaza, me vas a hacer un favor.
Rafael: El que usted quiera, tía…
Doña Mercedes: Pasar donde el señor Cura y dejarle el folletín que me prestó el Domingo… ¿quieres?...
Rafael: Con mucho gusto… aunque el curita me tiene excomulgado porque dice que soy hereje…
Doña Mercedes: Déjate de tonteras… Voy a buscarte “Los siete puñales”… (Sale)
Chabela: Apenas llegues, principiamos… ¿no?...
Rafael: Sí… ahora me voy pensando en ti, para que mis ojos se vayan acostumbrando a verte un ratito fijamente…
Chabela: ¡Tonto!...
Rafael: Cierto. Para que se acostumbren… Los pobrecitos no están acostumbrados a mirar el sol cara a cara…
Chabela: Tan farsante que te han de ver.
Rafael: Sincero, prima… sincera, nada más…
Don Ramón: (Viejecito simpático, entra canturreando) “El que nace pobre y feo… Enamorado y celoso… Todas las niñas lo llaman,,,” Oye, Rafael, ¿cómo lo llaman?
Rafael: La Carabina de Ambrosio, abuelo…
Don Ramón: ¡Eso es!... La Carabina de Ambrosio… ¡Maldita memoria!... Mira, apúntame aquí la copia… (Saca una libretita) No te rías, Chabela, que cuando uno pasa de los treinta y cinco se pone muy desmemoriado… ¡A ver!… aquí tengo apuntadas todas las otras canciones que me has enseñado. (Rafael escribe) Gracias, así no se me olvida…
Chabela: ¡Qué abuelo éste!... ¡Los dejo en clase de canto!... ¿Entonces, quedamos en que a la vuelta?---
Rafael: Sí… principiamos la obra maestra… (Mutis Chabela)
Don Ramón: Oye tú, mala persona… ¡Cuidadito con pintarme fea a la Chabelita!...
Rafael: No tema, abuelo… que pondré en ese retrato mis cinco sentidos.
Don Ramón: Y después me hace un retrato a mí también… ¿quieres?
Rafael: Cómo no: ¡No faltaba más!
Don Ramón: ¡Ay, Nemesio!... ¡Ay, Nemesio!... Hazme un retrato al magnesio… ¿Qué tal?... Aquí la tengo apuntada… página 8: ¡Ay, Nemesio!...
Rafael: Abuelo: ¡Tiene usted una guitarra en el corazón!...
Don Ramón: Bravo, me gustó la frase… Eso de la guitarra me ha llegado al alma…
Rafael: Me alegro, y a propósito, vaya apuntando esta copla serrana, que es el acabose… (Don Ramón apunta)
Yo quiero que mi ataúd
tenga una forma bizarra:
la forma de un corazón…
la forma de una guitarra…
Don Ramón: ¡Olé!... Si hasta lo chulo se me está pegando con tu compañía… y es que yo, aquí para inter nos, que esto no salga de ti, en mis buenos tiempos tuve mi tete a tete con una tiple de zarzuela… ¡Jijiji!... Tenía unos ojos… y unas… ¡Jijiji!... ¡Bendita sea la hora que te acordaste de nosotros!... Créemelo, Rafael… La vida del campo será todo lo saludable que quieras, ¡pero es una soberana lata!... Sí… estoy hasta aquí con la vida del campo. ¡Yo te aseguro que Fray Luis de León no ha vivido jamás en Rancagua!...
Rafael: ¡Je! A propósito, abuelo… Esta noche debuta un circo en el pueblo.
Don Ramón: Iremos…
Rafael: Claro… Así se distraerá usted un poco. Ahora mismo compraré las entradas.
Doña Mercedes: (Entrando con el folletín) Ah… le das las gracias y le dices que es una preciosura… que cuando termine “El Matrimonio” se lo llevaré yo misma…
Rafael: No se me olvidará…
Doña Mercedes: ¡Ah, mira!... Dale también las gracias por el canastito de limas… Estaban riquísimas… que todas las comimos a su salud…
Rafael: Bueno… (Medio mutis)
Don Ramón: (En un rincón trata de aprender de memoria la coplita) Yo quiero que mi ataúd… tenga una forma bizarra…
Doña Mercedes: Si pasas por la botica, dile a don Martín que mande luego por la manzanilla…
Rafael: Corriente… (Medio mutis)
Doña Mercedes: Ah… se me olvidaba… Cómprame en el Correo dos sellos de a diez.
Rafael: ¿Nada más?...
Doña Mercedes: Nada más…
Don Ramón: (Siguiendo en su tarea) La forma de un corazón… La forma de… Oye, Rafael… cuando vuelvas me tomas la lección… (Mutis Rafael)
Doña Mercedes: ¿Qué haces, viejo?... ¿Qué quieres?...
Don Ramón: Yo… “Quiero que mi ataúd tenga una forma bizarra”…
Doña Mercedes: ¿Estás loco?... ¿Qué forma de contestar es esa?...
Don Ramón: (Saliendo) “La forma de un corazón… La forma de una guitarra”…
Doña Mercedes: Está chiflado… Las coplas le han vuelto el seso… Y como es natural la culpa de todo la tiene el barrabás de mi sobrino. ¡Diablo de chiquillo!... No hace más que pintar, cantar y reírse… Es un pájaro loco… ¡Cuándo sentará la cabeza!... Quizás qué ventolera lo empujó hacia acá… (Se sienta a leer)
Chabela: (Entrando) ¡Por Dios, mamá!... ¿Estás leyendo a estas horas?...
Doña Mercedes: ¿Qué pasa?...
Chabela: No pasa nada… Pero ahora la tarde está más linda que nunca… Es una de esas tardes alegres, en que dan ganas de andar hasta cansarse, de gritar, de correr, de mirar el cielo, de espantar los pájaros, de tocar campanas… ¿no es cierto, viejita?... Yo no sé cómo te estás tú aquí perdiendo todas esas linduras… Vamos a corretear por el jardín mientras llega Rafael… Vamos, vieja, que esta tarde es maravillosa…
Doña Mercedes: Calla, tarabilla… que para ti todas las tardes son lo mismo.
Chabela: No, madre. Esta es una tarde rara, una tarde alegre como ninguna… Yo no sé por qué, pero hoy no siento pena cuando el sol se va… Ahora pienso que mañana ha de volver más brillante y más hermoso…
Doña Mercedes: Calla, charlatana… Mira, siéntate aquí a mi lado… tengo que hablarte…
Chabela: Bueno, pero que no sean sermones…
Doña Mercedes: Cara de sermón tiene… Es necesario, Chabelita, que guardes más seriedad ante tu primo…
Chabela: ¡Pero si él es más charlatán y más hablador y más farsante y más pillo que yo!...
Doña Mercedes: ¡No es lo mismo!... Además, tú eres ya toda una mujer… Es preciso reírse menos… Buena es la alegría, pero no tanto…
Chabela: ¡Bah!... qué afán el suyo de hacerme seria… ¿Quiere acaso que me parezca a la Úrsula, esa tonta beata, hija de doña Eloísa?... No, no… y mil veces no… ¡Pídame todo lo que quiera, menos eso!... Tener esa cara estirada, esos ojos bajos, ese modo de hablar tan seco y esa boca… siempre rezongando, siempre murmurando por aquí, rezando por acá… siempre seria, siempre sola… No, no… esa una antipática… Ni dan ganas de ser su amiga… No, no… ¡todo, menos esa Úrsula!...
Doña Mercedes: No tanto… pero es que eres demasiado chacotera… todo lo tomas a risa y así nadie te tomará en serio…
Chabela: Si no puedo, mamá… Es tan lindo pasar alegre… Todo brilla más… hasta en los días nublados parece que ha salido el sol…
Don Ramón: (Entrando feliz) ¡Ya está!... ¡ya está!...
Doña Mercedes: ¿El qué?...
Don Ramón: Ya sé la lección… aprendí esta copla y toda la canción de la Lola. “La Lola suspira y llora…”, toda, toda… ¡Qué memoria tengo!...
Chabela: ¡Y qué libreta!...
Don Ramón: Bueno, y ¿de qué hablaba?...
Doña Mercedes: De nada que a ti te preocupe…
Chabela: Sí que le preocupa… mamá decía que yo no debía reírme…
Doña Mercedes: Yo no decía eso…
Don Ramón: ¡Esta niña!... Sí que lo decía… Mi pobrecita hija querría que todos fuéramos unos sauces llorones… Por eso está tan vieja… Por eso todos la creen mi hermana mayor… Mientras que yo, fresco y alegre como unas pascuas…
Doña Mercedes: ¡Sí, sí!...
Don Ramón: El otro Domingo, cuando fuimos a misa, oí que decían a mi lado: “Dónde irá la señora Mercedes con ese niño?...” Ese niño era yo, no te quepa la menor duda…
Doña Mercedes: Claro, como que estás en la segunda infancia…
Don Ramón: ¡Ah!... Picadita, ¿no?...
Doña Mercedes: ¡Ea!, me voy, que no se puede estar con ustedes, capaces son de volverla a una loca también… (Sale)
Don Ramón: Adiós, vieja… ¡Cuidado con tropezar!...
Chabela: Mi mamá cree que es malo reírse…
Don Ramón: No le hagas caso… ¡Chocherías!... ¡Como ella ha sufrido tanto!… Ríete tú, y canta aquello de “Yo que siempre de los hombres me reí. Yo que siempre de los hombres me burlé”…
Doña María: (Entrando) ¡Jesús!... ¡Hasta don Ramón cantando!...
Don Ramón: ¿Y qué?... Para eso tengo una garganta privilegiada… En los gorgoritos no me la gana nadie… (Hace unos). Caruso, a mi lado, era una chicharra constipada…
Doña María: Pero, en esta casa ya no se puede vivir… Misiá Mercedes, leyendo; don Ramón, cantando; don Rafael, haciendo… bueno, llamémosle cuadros; la señorita, admirando esos mamarrachos, y hasta la Luz leyendo versos... ¡Sólo falta que yo me ponga a bailar tango!... (Lo marca)
Don Ramón: (A Chabela). No te resultaría el tango, ¿no es cierto?...
Doña María: ¡Jesús! ¡Jesús!... ¡En lo que ha venido a parar esta casa!...
Chabela: ¡Qué exagerada eres, mama!... Aquí no pasa nada… Ha entrado una ráfaga de alegría, pero luego se irá… No te aflijas.
Don Ramón: ¡Qué se ha de ir!... Esta vieja que no se ríe nunca… ¡no sabe más que rezongar!... Y ya se ve como está; más arrugada que un billete viejo… En tanto que yo, soy un congrio de a cien… ¡De esos coloraditos!...
Doña María: Si yo no me quejo de las risas ni de los cantos… Antes había alegría también, pero no desorden… ¡Ahora todo anda patas arriba!... Don Rafael llega a la hora que se le ocurre… A las tres llegó anoche… Para mí que no ha de ir a la Iglesia a esa hora…
Don Ramón: ¿Qué sabes tú?... ¡Puede que vaya a la Misa del Gallo!...
Doña María: ¿A la Misa del Gallo?... De la gallina será… Si en el pueblo too se sabe… Desde que llegó el famoso circo… don Rafaelito se viene acostando a la madrugá…
Don Ramón: Calla, calla, vieja chocha…
Doña María: Es que debiera ser más considerado… No es de persona decente andar entre titiriteros y payasos… ¿Qué irán d´él?... Qu´es un cualquiera… Qu´es uno e tantos que anda e pueblo en pueblo lairándole a la luna, como perro sin amo… y eso no juera ná… que lo pior está en lo que dice por el pueblo…
Chabela: ¿Qué, mama?...
Doña María: Mejor es callarse…
Don Ramón: Sí, calla… ¡No seas chismosa!...
Chabela: ¿Qué dicen, vieja?...
Doña María: Icen que… güeno… icen que on Rafael anda tonto por una titiritera y que tiene relaciones con ella…
Don Ramón: Bueno, bueno… eso es mentira,,, Rafaelito será un deschabetado, un bohemio loco… pero nada más…
Doña María: Será todo lo que quieran… deschabetado, bohemio, pintor, “podeta” o sacristán, pero no es de persona bien nacía recogerse cuando ya las diucas comienzan a cantar y levantarse a l´hora di onces…
Chabela: (Incomodada por la revelación). Vamos, mama… Sermonea a Rafael… pero a nosotros no…
Doña María: Cuarquier día voy a aconsejar a esa bala perdida… ¿Pa qué?... Pa que se ría de mí… Esa es otra; too le parece ridículo, antiguo… A too sale con que “esas son teorías de la Colonia”… Y de too se burla y de todo se ríe… Y lo pior es que el muy pícaro consigue a veces hacernos reír… Porque eso sí: a simpático no se la gana naiden.
Don Ramón: Sale a su abuelo… “Víctimas del atavismo… se les debe perdonas”…
Doña María: Sí, sí… Güeno… ¿Y la señora, dónde anda?...
Don Ramón: En su pieza…
Doña María: Ya verán las consecuencias de la ventolera que ha entrado en la casa.
Don Ramón: ¡Ándate con tu ventolera a otra parte, vieja chismosa!... (Sale María)
Chabela: ¿Será verdad lo que dice esta vieja?...
Don Ramón: ¡Qué ha de serlo, chiquilla!... ¡Estas viejas provincianas le hayan inmoralidades a un libro de misa!... ¡No te preocupes, tontona!... Vamos, que el jardín nos espera… (Mutis de los dos. Pausa)
Luz: (Con un ramo de flores, atraviesa la escena en puntillas y entra al cuarto de Rafael; luego sale). Que no le ponga flores… Parece que juera, doña María… habiendo tantísimas en los praos…
Rafael: (Entrando) ¡Hola!
Luz: (Cortada) Venía… de ejarle flores… que toos los días me encarga la señora María que le ponga en su pieza…
Rafael: Ah, está bien… Dale las gracias… Me encantan las flores en mi pieza… Alegran…
Luz: Ah, ¿si?
Rafael: Las rosas tienen ese encanto… comunican su alegría… Pero te aseguro que de buenas ganas cambiaría todas esas flores de doña María por una florcita de estos campos, como tú… (se le acerca) para colocarte encima del velador…
Luz: No sea así, don Rafael… pa qué se ríe de una…
Rafael: No… en serio… Ahí viene Misiá María… le daré las gracias… Y yo que creía que me tenía mala voluntad… (Mutis Luz foro. Llegan Mercedes y María). Tía, cumplí sus encargos… El señor Cura dijo que no se molestara. Don Martín mandará mañana por la manzanilla y aquí están los sellos… ¿No se me olvida nada?...
Doña Mercedes: Nada…
Rafael: Ah… esta noche iremos al circo… ¿quiere?... Tomé un palco.
Doña María: ¡Kjem! ¡Kjem!
Doña Mercedes: Veremos, veremos… Están las noches tan frías…
Rafael: Fresquitas no más…
Doña María: ¡Kjem!
Rafael: El circo es bueno: Caballos amaestrados, payasos, una domadora…
Doña María: ¡Kjem! ¡Kjem!
Rafael: Está constipada… cuídese, doña María… (Serio)
Doña María: Están las noches tan frescas…
Rafael: Clorato de potasa es bueno… Ah… se me olvidaba. Muchas gracias por las flores…
Doña María: ¿Qué flores?...
Rafael: Esas que todos los días pone usted en mi pieza…
Doña María: ¿Yo, en su pieza?... Bah, bah… buena pieza está usted…
Rafael: No se haga la desentendida… Si me dijo la Luz…
Doña María: Con que la Luz… ¡Kjem!... ¡Kjem!...
Rafael: ¿Le ha vuelto la tos?... Arroparse y tilo…
Doña María: Sí, sí… (Aparte) ¡Habrá pilla!...
Doña Mercedes: (Que examinaba los cuadros) ¿Ahora empezarás el retrato de Chabelita?
Rafael: Sí… en el acto…
Doña María: Entre paréntesis: muy feos, don Rafael, “Los Sauzales”…
Rafael: ¿Qué Sauzales?...
Doña María: Éstos que ha pintado usted aquí… No es por ofenderlo, pero esto tanto se parece a “Los Sauzales” como al Comandante de Policía.
Rafael: Vamos… no es mucha la diferencia.
Doña María: ¿Eh?
Rafael: Nada… Si estos no son los Sauzales, señora… Es una puesta de sol en el río… a la hora del crepúsculo.
Doña Mercedes: ¿Ves mujer?...
Doña María: Ya lo decía yo…
Rafael: Bueno, y gracias de todas maneras por las flores…
Doña María: (Con las de Caín) No hay de qué… cuando se le ofrezca…
Doña Mercedes: Vamos, María… De pasada le diré a la Chabela que tú estás aquí… (Mutis de las dos viejas. Rafael se pone una chaqueta blanca y enciende un cigarro. Prepara sus útiles silbando alguna cancioncilla)
Chabela: Bueno… aquí me tienes… ¿Estás inspirado?...
Rafael: Inspiradísimo… Ya verás qué retrato… La Gioconda, a tu lado, va a resultar un mamarracho… Bueno, no perdamos tiempo… Ponte en “pose”.
Chabela: Aquí…
Rafael: No… siéntate aquí… que te dé la luz de la tarde… Así, así… bueno, quietecita… Esa mano con más naturalidad. (Se la toma. Chabela la retira graciosamente indignada) Sonriendo, ¿eh?...
Chabela: Así… Cuidadito con hacerme muy fea…
Rafael: Un poco fea tendrás que salir… Pero, sonriendo… No, no… Así de tres cuartos… Arréglate el pelito… Ese mechoncito más atrás… Así… así… (Empieza a dibujar) ¡No te muevas!... ¡Chist!... ¡Cuidado! Más afuera la barbita… No tanto, hija… Así… (Pausa)
Chabela: ¿Se puede hablar?...
Rafael: Ya lo creo… pero sin moverse…
Chabela: Ah… esto es otra cosa… Si sigo callada, me sacas con la boca llena… Así. (Hincha los cachetes).
Rafael: ¡Cotorra!
Chabela: ¿Y tú, charlatán?... ¿Vienes a hacerte el mudo?... Mucho cuidado, ¿eh?
Rafael: Será mi obra maestra… voy a poner en los colores todo mi corazón.
Chabela: Ya estás diciendo disparates…
Rafael: No son disparates, prima… ¿Qué sabes tú de arte, colorido, de corazón?...
Chabela: Más que tú… Bueno, siga pintando… Para que no te distraigas, no voy a hablar más…
Rafael: no lo creo… Conviene que hables para que el retrato salga hablando: con toda tu alma… tus palabras y tu risa son la alegría de tu cara… Hablas y ríes como una campanilla de plata…
Chabela: No seas majadero… ¡Pinta, pintorcillo, pinta!...
Rafael: Sí, prima… Tienes una risa, que es una campanada de optimismo… ¡Diera toda mi vida porque ese campanario fuese mío!...
Chabela: No digas tonterías… ¡Pinta, pintorcillo, pinta!...
Rafael: No son tonterías, chiquilla… Lo triste está en que nunca he de conseguir esa felicidad… Nunca… (Pausa… De pronto)… Oye, Chabela… ¿Te casarías tú conmigo?...
Chabela: (Saltando) ¿Qué?...
Rafael: A la pose… a la pose… No moverse… ¿Te casarías conmigo?...
Chabela: ¡Calla, tonto!...
Rafael: Dí.
Chabela: Claro que no…
Rafael: Ah… ¿no?... (Deja de pintar)
Chabela: ¡A pintar!... No, señor… porque eres un grandísimo tuno… te pasas la vida vagando… Hoy en un pueblecito… mañana en otro…
Rafael: ¡Qué le vamos a hacer!... Unos nacen tortugas y otros golondrinas…
Chabela: Prefiero la sopa de tortuga a las golondrinas fritas…
Rafael: No… yo sé que a ti te gustan más las golondrinas… Además, yo no podría hacer otra cosa… Francamente, la aviación me ha hecho mucho daño… Créemelo, Chabela: yo tengo en el corazón un avión de cincuenta caballos de fuerza… Tengo que volar… que volar… Ese es mi destino…
Chabela ¿Y… cuándo aterrizas?...
Rafael: ¡Psh! ¡Dios lo sabe!... Creo que nunca… (Pausa). Oye, Chabela… Mírame, que ahora estoy en los ojos…
Chabela: ¿Así?
Rafael: Sí… quietecita, porque me voy a demorar en concluirlos… ¡Son tan grandes!... En fin, el tiempo que pierda en los ojos, lo recuperaré en la boca, ¡que es tan chiquitita!...
Chabela: Sí, muy chica, parece un buzón…
Rafael: ¡Hay… buzón!... Qué ganas tengo de echarle una carta…
Chabela: No se admiten cartas multadas…
Luz: (Entrando). Don Rafael… Un señor lo busca… Flaco, arrugado…
Rafael: Ah, sí… que pase… (Sale Luz). Es un pobre diablo… el Payaso del Circo.
Chabela: Me iré.
Rafael: No… el infeliz viene por un traje viejo… Está tan pobre… Se va al momento… Es un buen hombre…
Chabela: (Intención). Sí… un amigo íntimo…
Rafael: ¡Qué mala eres, prima!
Payaso: (Entrando). Buenas tarde, señor… Usted disculpe… (Chabela mientras tanto observa el retrato).
Rafael: Hombre, no hay de qué… Entra… (Aparte, a él) ¿Recibió la carta la Etelvina?... ¿Qué dijo?...
Payaso: (Aparte a Rafael). Que estaba bien… A las doce lo va a esperar…
Rafael: Bueno… dile que iré a la función con mi familia… y después pasaré a la carpa… No te olvides… (Alto). Espérate aquí… Voy a ver si encuentro algo por esos roperos…
Payaso: Gracias, señor… cualquier cosa… se lo agradeceré infinito…
Rafael: Ya vengo, Chabela… Vuelvo en un momento… (Sale. Pausa).
Payaso: Usted disculpe, señorita, que haya venido a…
Chabela: ¡Ja!... Usted… ¡qué ha de ser!...
Payaso: Sí… soy el payaso…
Chabela: Vamos, hombre, usted no tiene cara de payaso…
Payaso: No… ahora no… Estoy viejo… Hace veinte años hacía reír… ¡Psh! ¡Qué diablos!... Hay algunos condenados a ser payasos toda su vida… ¡Qué le vamos a hacer!...
Chabela: ¿Por qué no deja usted el circo?...
Payaso: Ah, si no fuese por el pícaro pan… ¿cree usted, señorita, que iba a andar lanzando carcajadas por esos pueblos de Dios?... No, no… pero la vida me empuja, y a las buenas o a las malas, he de seguir viviendo con la cara enharinada… Ahora, ya no sirvo para nada… ¡Ni reír hago! Al contrario, el público se de ríe de mí… Mis compañeros se burlan… ¡Si no fuera por don Rafael!…
Chabela: Ah… Rafael lo ayuda…
Payaso: Sí, mucho… Es un santo don Rafael… En la Compañía lo quieren todos…
Chabela: Sí… ¿es bueno, ah?...
Payaso: Como el pan… y alegre como nadie… Es casi un compañero… Con nosotros ha recorrido todo el norte… Es un gran bohemio. Pinta, ríe… ¡y vive!...
Chabela: ¡Qué vida!...
Payaso: Un día se cansará de rodar y nos dejará.
Chabela: ¿Ustedes se irán luego del pueblo?...
Payaso: En una semana más…
Rafael: (Saliendo con unas ropas en la mano). Toma, aquí tienes estos pantalones. Un poco viejos están, pero peor es nada…
Payaso: Gracias, don Rafael… Se lo agradezco de corazón… Buenas tardes, que usted lo pase bien…
Rafael: Si quieres quedarte un momento…
Payaso: No puedo… Me esperan mis compañeros para salir a recorrer el pueblo… ¡Hay que salir para asustar a los chicos y alegrar a las viejas! ¡Qué triste es tener que salir por las calles a saltos al don de una mala música!...
Rafael: Anda con Dios, viejo… ¡Qué payaso más llorón!...
Payaso: (Sonriendo). Sí… Adiós, gracias… Adiós, gracias… (Se va).
Rafael: (Al despedirse en la puerta). No te olvides, ¿eh?... después de la función iré a verla… (Mutis Payaso).
Chabela: ¡Pobre hombre!... ¡Es un desgraciado!...
Rafael: ¡Qué diablo!... Sigamos nuestro retrato. Aprovechemos este poco de luz…
Chabela: Bueno… adelante… (Se sienta como antes). ¿Así?
Rafael: Así… pero un poco más risueña…
Chabela: Me ha dejado triste la vida de ese pobre diablo…
Rafael: No seas tonta… Todos, payasos o sacristanes, hemos de llegar a viejos… y el dolor de llegar es siempre el mismo… ¿Crees tú que yo cambiaría mi vivir errante por esta vida sedentaria de provincia? No… todo es tan triste… tan igual… Las noches son atroces… Yo me entretengo oyendo las serenatas de los gallos… Anoche el castellano cantó 39 veces…
Chabela: Y eso que no oíste ni la mitad…
Rafael: ¿Cómo así?...
Chabela: ¡Claro!... ¡como que llegaste a las cuatro!...
Rafael: No seas mal pensada, prima… ¡Si salgo de noche es para estudiar las sombras, las luces de la luna en los árboles… en fin, tantas cosas necesarias para pintar un paisaje nocturno…
Don Ramón: (Entrando). ¡Hola!... ¡Hola!... ¿Se pinta?... ¡a ver!...
Rafael: Es un bosquejo…
Don Ramón: Hombre, no está mal… Tiene aire… Sí, sus ojos… sí, su boca…
Chabela: Yo también quiero verme… (Se levanta). Sí… sí… me gusta… Me has sacado mejor de lo que soy… Después con colores, va a quedar igualita…
Rafael: Falta mucho todavía… Mañana continuaremos… Se ha entrado el sol ya…
Don Ramón: ¿Y qué tal?... ¿Mercedes me dijo que habías sacado entradas para el circo?...
Rafael: Sí…iremos esta noche.
Don Ramón: Ya lo creo… ¿Hay buenos elementos?...
Rafael: Más o menos… Hay un perro sabio…
Don Ramón: ¡Psh! No me gustan los perros…
Rafael: Hay un equilibrista…
Don Ramón: Tampoco me gusta: puede caerse.
Rafael: Hay una domadora…
Don Ramón: Eso es otra cosa.
Rafael: Hay también una mujer serpiente…
Don Ramón: Caray. ¿Con que serpiente, eh?...
Rafael: Sí, señor… Con mallas y todo…
Don Ramón: ¡Caracoles!... con mallas. (Aparte a Rafael). ¿Y no se “desmaya”?...
Rafael: ¡Ja! ¡ja!... ¡Qué abuelo!... ¡Es usted el irresistible!...
Chabela: Iremos, ¿eh?... Tengo ganas de ver trabajar al payaso…
Don Ramón: Bueno, hay que arreglarse entonces para estar listo para después de comida… (Sale).
Chabela: Hace muchos años, cuando chica, fui a un circo… Apenas tengo el recuerdo de un caballito blanco y de un payaso muy gracioso que me hizo reír mucho… Seguramente habrá muerto, quizás en un hospital, solo, abandonado… Yo, cuando chica, al verlo tan alegre, tan gracioso, creí que los payasos no podían morirse nunca… Sí, Rafael… creía que los payasos no podían morirse nunca… Es triste andar sin rumbo fijo, ¿ves?
Rafael: Deja esos sentimentalismos… que cuando me detengo un momento a mirar la vida que hago y la que me espera, me dan unos deseos locos de volver atrás… de no seguir andando, de enterrarme en un rinconcito de provincia y vivir tranquilo… entre cuatro paredes, al lado de mi mujercita… Yo, entre mis libros y mis pinturas… Tú, cuidando la casa… las flores.
Chabela: ¿Cómo yo?
Rafael: Sí, Chabela… tú serías la única capaz de hacerme volver a la vida del hogar; de retenerme en esta loca carrera… Tú, nadie más tú, que eres bonita y eres buena…
Chabela: ¿Estás loco, Rafael?
Rafael: Claro. Loco. Si yo, mejor que nadie comprendo que eso es imposible… He de seguir andando como el Judío Errante… He de convencerme que es mentira que te quiero para seguir mi camino alegre… “Riendo a los que vienen. Llorando a los idos… seguir por el largo camino distante… Seguir por los largos caminos dormidos… Con la honda tristeza de un circo ambulante!”…
Chabela: No… no… eso no puede ser. Tú no me quieres…
Rafael: Tanto te quiero, que por el temor de hacerte desgraciada, he de callar toda mi vida este cariño… No, no… estoy convencido de que esta vida mansa y quieta no me atrae como la otra, vibrante y loca… (Se oye la murga de los payasos muy distante). Los Payasos. ¿Oyes? Allí vienen ellos, desparramando alegría por esas calles… ¡Reír y andar! Esa es su vida… ¡Y esa es mi vida también… (Chabela se queda triste).
Luz: (Entrando). Señorita… ¡Los payasos!... (Sale).
Chabela: (Sin ánimo). Los Payasos… ¡Vamos a verlos!...
Don Ramón: (Entrando). ¡Dónde!... ¡Los payasos!... ¡A verlos!... ¡A verlos!... ¡Vamos, niños!... ¡Mercedes! ¿Vendrá aquí la mujer serpiente también? ¡Los payasos!... (Sale feliz).
Rafael: Chabela… sé buena conmigo… Quiéreme como a un payaso… Te alegraré la vida…
Chabela: ¡Mamá!... ¡Mamá!... ¡Los payasos!...
Rafael: Los payasos que llegan… (La murga más cerca).
ACTO SEGUNDO
La misma decoración del primer acto. Don Ramón dormido en una silla de balanza al fondo. Doña Mercedes y doña María en primer término.
Doña María: Ya lo ve usted señora… Se lo decía yo… Si los santiaguinos son peores que la peste. Donde ellos entran, llevan la desgracia…
Doña Mercedes: Tú exageras, María… Rafael, es verdad, se ha portado mal, pero no es para afligirse tanto… Al fin, la Luz era una muchacha ligera de cascos… Cayó con mi sobrino como pudo haber caído con cualquiera…
Doña María: No, mi señora… Don Rafael tuvo la culpa de la perdición de esa pobre chiquilla… Era buena y trabajadora, pero desde que él llegó… la Luz fue otra… Se dejó engañar por toas las patrañas que el dijo al oído el muy tunante…
Doña Mercedes: ¡María!...
Doña María: Sí, tunante… Y perdone la señora que lo trate así… Pero creo que tengo razón pa ello… Muchos años han pasao encima de mí y muchas cosas he visto, para no saber el significao e las palabras… Además, la Luz, era hija de una sobrina mía… La mancha d´ella argo me mancha a mí también…
Doña Mercedes: ¡Qué le vamos a hacer!... No podía continuar en la casa después de lo que pasó… Cuando Rafael se vaya volverá… Sí, volverá…
Doña María: ¡Cuando se vaya don Rafael!... ¡El gavilán ése se ha cebado!... Puée que aceche otra presa… Mucho ojo, señora, que por allí argo se murmura… y cuando er río suena…
Doña Mercedes: No, no… Calla, María… Sé adonde vas a ir a parar…
Doña María: ¡La Chabelita está enamorada de don Rafael!...
Doña Mercedes: ¡No, no!...
Doña María: Enamorada de don Rafael…
Don Ramón: (Despertándose). ¿Qué bulla es ésta?... ¡Diablo de mujeres!... No pueden hablar sin gritar…
Doña Mercedes: Es que esta María tiene unas cosas…
Doña María: ¡La verdad pura!... Decía que la Chabelita estaba…
Don Ramón: …enamorada de Rafael… ¡Vaya una noticia fresca!... ¡Ja, ja!...
Doña Mercedes: ¿Tú lo sabías y tan tranquilo?...
Don Ramón: Ya lo creo que lo sabía… Si ella me lo dijo… ¡Claro!... Tiene más confianza con su abuelo que con su madre…
Doña Mercedes: No… La Chabelita no hará eso… No, no. ¡Rafael la haría desgraciada!
Doña María: Ya lo creo… ¡Como qu´es un picaflor!...
Don Ramón: ¡Bah! Y eso, ¿qué importa?... ¡Peor sería que fuese un zorzal!... Esos picaflores locos son los mejores maridos… Lo sé por experiencia propia… Al último se cansan de picotear en todas las flores y en todas las frutas…
Doña María: ¡Hay algunos que no se cansan!
Don Ramón: No, vieja… ¡Los más lobos son los primeros que caen!... Todo depende del cebo con que se les atraiga… (Cantando). “La parisina esbelta y fascinante… Siempre divina, amable y elegante…”
Doña Mercedes: ¡No cantes, viejo… No cantes!...
Don Ramón: “Con su perfume logra embriagar… embriagar… Y con su gracia enamorar…” Ese diablo de Rafael es el que me ha pegado este lirismo…
Doña María: ¡No sé qué tiene don Rafael para contagiarlo a toos!
Doña Mercedes: ¡La Chabelita enamorada de ese tarambana!... ¡Si yo tengo la culpa por haberlo recibido en mi casa!...
Don Ramón: (Cantando). “Francisco a la Francisca… Alojamiento pidió… Francisca como era buena… Alojamiento le dio”…
Doña Mercedes: ¡Dale con la musiquita!... Que nada tomes a serio…
Don Ramón: Si todo se arreglará… Deja que los chiquillos se quieran… Y si es verdad que les ha picado ese bicho que se llama Amor, antes de dos meses más, tenemos en casa al cura y al oficial del Registro Civil… no te quepa duda… Y después… ¡Psh! Sabe Dios lo que tendremos… (Señal de chicos).
Doña María: Hay que andarse con los ojos muy abiertos… Que lo de la Luz no vuelva a suceder…
Doña Mercedes: Eso no… Además la Luz ha sido reemplazada por una muchacha muy seria y muy honrada…
Don Ramón: (Saltando). ¿Cómo?... ¿Echaron ya a la Luz?...
Doña Mercedes: Claro… Y se ha tomado inmediatamente a otra…
Don Ramón: (Levantándose). ¿A otra?... ¡Voy a verla!...
Doña Mercedes: No hay para qué… Ahí viene... (Entra la Sinforosa, que es de lo más feo y bruto que hay en plaza… Gangosa, por añadidura. Un bibelot).
Don Ramón: ¡Socorro!...
Sinforosa: Señora, venía icile si ya ponía o no ponía la mesa…
Don Ramón: (Remedándola). ¡Poníala, no más!...
Doña Mercedes: ¡Calla!... Sí, póngala con mucho cuidado…
Sinforosa: Güeno… la poneré… (Medio mutis)
Doña María: ¿Qué tal?
Sinforosa: (Volviendo). Güeno… ¿y con qué mantel la pongo?...
Doña Mercedes: Con el limpio… ese que está en el aparador…
Sinforosa: Ah… güeno… ¿con ese blanco lleno de agujeritos en los laos?...
Doña Mercedes: Ese… (Sinforosa medio mutis) Es un poco tonta la pobrecita…
Don Ramón: ¿Un poco?... ¡Tonta completa!...
Sinforosa: ¿Sabe, señora, una cosa?
Doña Mercedes: ¿Qué, hija?
Sinforosa: Que no puedo poner la mesa con ese mantel…
Doña Mercedes: ¿Por qué?
Sinforosa: Porque, yo le iré, no está limpio…
Doña Mercedes: ¿Cómo que no?... Si lo saqué esta mañana…
Sinforosa: Es que a mí se me dio güerta encima una botella de aceite…
Doña Mercedes: ¡Cómo!...
Sinforosa: Como toitas las botellas… por el gollete…
Doña Mercedes: Digo que cómo sucedió el hecho…
Sinforosa: Ah… muy facilito… yo le iré. Venía entrando al comiero. Venía con la botella en la mano, cuando diun repente se me le enredó una de las chancletas y ¡zas!... di un tropezón juertazo que jui a dar con la botella encima er mantel, que estaba encima del aparaor…
Don Ramón: (Aparte). Es un poco tonta esta pobrecita…
Doña Mercedes: Bueno… váyase… Ya le entregarán otro mantel… Pero cuidado con volver a tropezar…
Sinforosa: Es que yo le iré soy muy arrastrá e piernas… ¡Me lo paso trompezando no más!... (Sale a tropezones).
Doña Mercedes: ¡Maldita muchacha!... María, dale otro mantel…
Doña María: Voy… Poco a poco irá aprendiendo… Es un poco huasa…
Don Ramón: ¿Un poco no más?...
Doña María: (Saliendo, en tono zumbón a don Ramón). ¿Qué tal?... ¿Qué tal?...
Don Ramón: (Indignado). ¡No hay derecho!... ¡Esto es un colmo!... Un acto de barbarie traer este bagre en lugar de Luz… ¡Esto es un retroceso!... ¡Va contra la civilización, contra la estética, contra el Progreso!... ¡Es una aberración querer reemplazar a la Luz, que era una Luz eléctrica, por este chonchón de parafina!... ¡Yo me opongo, señores!... (Ruido de quebrazón adentro). ¿Ves?... ¡La Parafina está haciendo de las suyas!...
Doña Mercedes: ¡Maldición!... ¡Esa muchacha lo va a romper todo!... (Sale apurada).
Don Ramón: (Gangoso). Como se lo pasa trompezando…
Chabela: (Entrando). ¿Qué ruido es ése?
Don Ramón: Nada… Que esa Venus de Milo que han tomado está en servicios…
Chabela: Ah, sí… es que es un poco gangosa…
Don Ramón: ¿Tú también?... ¡Un poco gangosa!... Ese afán de empequeñecer las cosas.
Chabela: Y todo por echar a la Luz…
Don Ramón: Todo… Nos hemos quedado a obscuras… Esa Luz era una ampolleta de cien bugías…
Chabela: Mire, abuelo… dígame una cosa… ¿Es cierto lo que dice la señora María? ¿Es cierto que por Rafael echaron a la Luz?...
Don Ramón: Según y cómo… pero no te aflijas…
Chabela: ¡Cierto!... ¡Y el muy pillo decía que me quería!...
Don Ramón: Y te quiere… Eso no significa nada…
Chabela: ¿Cómo nada?... ¿Entonces es verdad que le gustan todas las mujeres?_...
Don Ramón: ¿Y a quién no le gustan?... ¡Todas!... menos esa gangosa… El asunto está en que le guste una más que todas… Y esa eres tú, no te quepa duda.
Chabela: No… su gran amor es esa mujer del circo… ¡Maldita mujer!... Él vino aquí por ella no más… y ahora que el circo se va, ¡también se irá! ¡Cuánta razón tenía la señora María al decirme que mi primo era como un viento loco, que arrasa los campos, destruyendo a su paso todas las flores!...
Don Ramón: La señora María es una cuentista… No le hagas caso… Que si es verdad que él te quiere, se quedará con nosotros… Dejará que el circo se vaya recorriendo otros pueblecitos, para quedarse a tu lado, contento, tranquilo, queriéndote mucho…
Chabela: No puede ser… Los payasos lo atraen…
Don Ramón: No, nena… A todos, cuando hemos tenido veinte años, nos ha atraído la farándula… Todos hemos querido andar por esos caminos de Dios, sin rumbo fijo… Todos hemos tenido en la cabeza sueños enharinados, carnavalescos… Pero luego, los años nos quitan la careta… La vida espanta los payasos de nuestra imaginación, y volvemos al redil, cansados de tanto caminar y con unas ansias locas de quietud, de paz y de silencio…
Chabela: No, abuelito… A Rafael lo atrae una mujer… Esa, la del circo… Sí, viejo… Yo no quería creerlo, pero tuve que convencerme… Una noche que fui al circo vi claramente todo lo que me habían dicho… Mientras esa mujer hacía sus pruebas, Rafael estaba pálido, nervioso, temiendo una caída… Ella lo miraba sonriente, como diciéndole que no tuviese miedo… Y yo, se lo juro, abuelito… ¡rogaba para mis adentros con una devoción que jamás he sentido, que esa mujer se cayese desde lo alto, que se estrellase en el suelo!... Cuando se terminó su trabajo y el público la aplaudió frenético… yo, inconscientemente lancé un silbido… Desde esa noche no he vuelto al circo… comprendí mi maldad… Tuve un pensamiento asesino… Y estoy segura que si vuelvo a ir tendré le mismo pensamiento… ¡Y a pesar de saber que cometo un pecado muy grande, seguiré rogando con todas mis fuerzas para que esa mujer se caiga, para que esa mujer se estrelle en la arena del circo! ¡Soy muy mala, abuelito!... ¡Soy muy mala!... (Se echa a llorar).
Don Ramón: Vamos, niña… tú estás loca… ¿qué es eso?... ¿Llorando por tonterías? Rafael te quiere… Rafael se quedará aquí… Rafael no seguirá a esa mujer… Vamos, no seas chiquilla… No llores, que las lágrimas no sirven para nada… apenas si nos ponen colorada la nariz… ¡vamos!... ¡yo te prometo hablar con Rafael y te juro que no seguirá a los payasos! No, no… (Mutis de don Ramón y Chabela por el foro).
Rafael: ¡Diablo de payaso!... ¡Todavía no llega!... ¿Qué mala pata se le habrá roto ahora?... (Mirando el retrato de Chabela a medio concluir). ¡Psh!... No me estaba quedando tan mal, que digamos… Lástima de retrato. ¡Y qué bonita es!... Pero, no… Para qué pensar locuras. ¡Qué diablos!...
Doña Mercedes: (Entrando). Ah… tú aquí…
Rafael: Sí, tía… ¿Se le ofrecía algo?...
Doña Mercedes: Dos palabras, niño… Necesito que me escuches seriamente…
Rafael: ¿Drama tenemos?...
Doña Mercedes: No sé si para ti será un juguete, pero para mí, drama y muy drama.
Rafael: Tía… no me asuste… ¿Qué es eso tan terrible?...
Doña Mercedes: No voy a hablarte de Luz… No… aquello ya pasó… Lo que ahora me preocupa es grave, muchísimo más grave…
Rafael: La escucho.
Doña Mercedes: ¿Es cierto, sobrino, que estás enamorado de mi Chabelita?...
Rafael: No… bueno, ¡sí!... es cierto… Pero…
Doña Mercedes: ¿Pero qué?… ¿Acaso tiene perdón de Dios lo que haces?... Tú lo sabes mejor que nadie… Mi Chabelita no será nunca tuya… Tú no has nacido para ella…
Rafael: Yo no sé para quién habré nacido… pero a la mujer que me gusta yo la miro… nada más…
Doña Mercedes: Tú no has nacido para ella, repito… ¡ni para ninguna mujer honrada!
Rafael: Tía… ¡esas palabras!...
Doña Mercedes: Esas palabras apenas significan lo que quisiera decirte. ¡Tú no has correspondido al cariño de estos pobres viejos, a quienes has querido robarle, de mala manera, su único tesoro!...
Rafael: Usted me ofende, tía… No estoy dispuesto…
Doña Mercedes: Abandona las actitudes de comediante… ¡Que cuando la vida se impone, están de más las caretas y las farsas!...
Rafael: ¡Será!... pero también es lógico que yo haga mi defensa… ¡Todo es farsa!...
Doña Mercedes: ¿Cómo se entiende?... ¿Acaso pretendes que esos amores tuyos con mi hija no son más que una comedia?...
Rafael: Creo que unas cuantas palabras de amor y unas cuantas miradas, no son lo suficiente para amarrar dos vidas…
Doña Mercedes: Entonces… ¿no quieres a mi Chabela?... Di… ¿es eso?...
Rafael: No… no es eso…
Doña Mercedes: ¿Entonces?...
Rafael: Bueno… sí; ¡no la quiero!... No la puedo querer… No le conviene que la quiera…
Doña Mercedes: Eres un mal hombre: mi Chabela sufre por ti… Y tú las has hecho sufrir por gusto…
Rafael: No confunda las cosas… Sería mil veces más villano si continuara mintiendo amor… Lo que en un principio fue una entretención pasajera, una agradable mentira, no puedo convertirla en una obligación eterna ni en una verdad canallesca, sólo por satisfacer el prejuicio de las palabras…
Doña Mercedes: No… no he querido ofenderte, Rafael… Claro que peor sería que por dar gusto al qué dirán, convirtiese en serio lo que para ti no es más que un pasatiempo… ¡pero, un pasatiempo de mal gusto!... Has elegido una víctima demasiado buena, demasiado ingenua para tus bromas de hombre de mundo…
Rafael: reconozco mi culpa… y aún diré más… Creo que si no tomase la determinación que he tomado, llegaría un día a enamorarme seriamente de mi prima… ¡Si es que ya no lo estoy!...
Doña Mercedes: ¿Qué has determinado?...
Rafael: Me voy esta tarde.. Dejaré para siempre esta casa vieja y solariega, en la cual no he hecho otra cosa que sembrar dolores… Mi aliento de hombre civilizado y moderno mata las flores de los campos… ¡Me voy!... sí; me voy con pena… con una pena muy rara… pero me voy…
Doña María: (Que al entrar ha oído las últimas palabras). ¿Quién se va?... ¿Usted?... ¡Pues, me alegro!... ¡No eran tan goloso el gavilán como yo creía!
Doña Mercedes: ¡María!...
Rafael: Ya lo oye usted… Para esta pobre vieja, con los ojos cansados de ver sólo virtudes consagradas de abuelos provincianos, yo soy un gavilán… ¡un gavilán temible!... No temas, vieja… ¡Me voy para dejarte tranquila!...
Doña María: Bueno… yo decía eso… porque, vamos…
Doña Mercedes: No, María… Rafael… no es lo que tú te figuras…
Rafael: Lo dicho tía… Esta tarde parto… Quizás media hora más…
Doña Mercedes: Pero, niño… por Dios… ¿tan pronto?...
Rafael: No acostumbro a pensar mucho mis decisiones… Además, odio las despedidas largas… Un adiós corto mata menos ilusiones y ahoga más recuerdos… Ya lo sabes, vieja… el gavilán emprende el vuelo… (Las viejas se quedan mudas, Rafael las mira y prosigue). Yo tuve la culpa. Yo… que como un payaso alegre y vagabundo, quise dar unas funciones de circo en esta casona severa y triste… La función ha fracasado, no por falta de alegría del payaso, sino porque vuestros corazones, hechos ya al sosiego del campo, recibieron con mirada hosca y ceño hostil mis afanes de titiriteros y no aplaudieron el sacrilegio de mi risa… Me iré otra vez con mi bagaje de juventud y alegría… La temporada ha terminado funestamente… Me iré otra vez con mi cara enharinada, a seguir mi vida peregrina y loca de bohemio despreocupado… Dudé un instante, digo mal, muchos instantes, antes de decidirme a marchar… Pensé seriamente en la vida inquieta y amarga que me aguarda y hasta llegué a creer de corazón que mi felicidad iba a encontrarla aquí bajo el techo de esta casa vieja en la paz del hogar… Pero mis risas y mis locuras han alborotado vuestra tranquilidad, y por haber sido un poco enamorado y otro poco aventurero, no se me concede el derecho de plantar mi tienda de bohemio en este suelo… (Las viejas se miran algo conmovidas).
Doña María: ¡Dios sabe qué pena tengo!... ¡Sí, don Rafael!... Serán chocheras de vieja, pero es la verdad… Desde que usted llegó, estaba rogando para que se fuera… y ahora que se va, siento un no sé qué… así como ganas de llorar y de pedirle que no se vaya… ¡Qué vida! Yo lo creía a usted otra cosa: lo creía más malo…
Rafael: No cambie de opinión…
Doña Mercedes: Voy a llamar al viejo: es necesario que antes de partir hables con el abuelo… (Mutis).
Doña María: ¡Lo que es la vida!... ¡Que nunca se ha de saber que el agua es bueno sino cuando se seca el pozo!...
Rafael: Deja, vieja, esas cosas. Me voy porque soy lo que tú dices: un gavilán. Tengo muchas alas, para vivir entre estas cuatro paredes… Y si quieres que me vaya contento, no llores, vieja…
Doña María: ¡Dios sabe qué pena!... ¡Pobre Chabelita!... (Sale lloriqueando).
Rafael: ¿Dejar todo esto?... No sé por qué se me oprime el corazón… ¡Parece que hubiera echado raíces en esta casa vieja!... ¡Qué diablo!... ¡Nos iremos! Y el retrato… quedará sin concluir. (Empieza a guardar los útiles).
Chabela: (Entrando). ¿Cómo?... ¿no pintas hoy?...
Rafael: No… hoy no… No tengo ganas…
Chabela: ¿Entonces mañana?...
Rafael: Quizás… (Pausa). Hoy salgo de esta casa… Sí. Chabela… Me voy… Debo irme…
Chabela: ¿Qué dices?...
Rafael: Que esta tarde parto… Que en medio hora más, me alejaré de esta casa bendita, con una pena muy grande…
Chabela: ¿Cómo?... ¿Te vas?...
Rafael: Sí… Tan de pronto… Los acontecimientos han precipitado…
Chabela: Es una locura lo que vas a hacer…
Rafael: Quizás sea lo único cuerdo que he hecho en vida…
Chabela: ¡Tú no tienes corazón!...
Rafael: ¡Que no tengo!... ¡Tú bien sabes que sí!... Y es por eso que huyo de aquí… Por no cometer la vulgaridad de enamorarme…
Chabela: Eso es palabrería… Y palabrería eres todo tú… Palabrerías fueron tus promesas y palabrerías tus disculpas…
Rafael: No, prima… Si yo te hablé de amor fue porque en realidad lo sentí. Pero fue un amor para dicho, un amor pequeño comparado con el amor silencioso. Ese amor que paraliza la lengua, para dejar hablar solamente al alma que se transparenta en los ojos…
Chabela: No… si la tonta fui yo para creerte… No sabía que había un amor para decirlo y otro para callarlo…
Rafael: Sí… los hay; y algunas veces se confunden: el amor grande habla y el amor pequeño enmudece… Ahora está hablando el verdadero amor… Sí, Chabela, yo te quiero mucho… créemelo… y es por eso que me voy…
Chabela: Tú te vas porque se van los payasos… y con ellos aquella mujer. Pero no le eches la culpa a mi cariño, que si es verdad que hay un poco de amor, eso no te empuja a huir…
Rafael: Me voy porque soy un cobarde… (Pausa. Mutis lento de Chabela). “Y a pesar de toda mi hambre de ternura… Cerrando los ojos la dejé pasar”…
Sinforosa: (Entrando con un ramo de flores). Güenas tarde…
Rafael: Buenas… ¿Para quién son esas flores?...
Sinforosa: ¡Pa naiden!...
Rafael: ¿Ha venido alguien a buscarme?
Sinforosa: Naiden…
Rafael: ¡Qué diablo!... Ese payaso capaz sería de no venir… Si alguien viene le dices que pase…
Sinforosa: ¿Ehh?...
Rafael: Que pase… que estoy aquí…
Sinforosa: ¿Onde?
Rafael: Aquí…
Sinforosa: Güeno…
Rafael: ¿No han traído alguna carta?...
Sinforosa: Niuna…
Rafael: ¿Nadie ha preguntado por mí?
Sinforosa: Naiden… (Mutis después de arreglar las flores).
Rafael: (Asomado a la ventana del camino). ¡Qué cobarde soy!... La vida quieta me asusta… ¡y me atrae!... ¡Malditos caminos sin rumbo que me llamáis en la lejanía de los campos!... ¡Malditas vereditas que atravesáis el mundo sin llevar a ninguna parte!... ¡Por esos caminos polvorientos je dejado correr mi vida como una loca… y ahora siento una angustia al verlos!... ¡Caminos sin fin!... ¿a dónde lleváis?...
Don Ramón: (Entrando). ¿Qué es eso, Rafaelito?... ¿Es verdad lo que me dicen?... ¿Es cierto que te vas?...
Rafael: Desgraciadamente sí… Hoy salgo… Espero que el payaso venga a buscarme.
Don Ramón: No… no… Esa es una locura… Tú estás chiflado… sí, sí… ¡chiflado!...
Rafael: Abuelo… No… Estoy cuerdo… Y por eso me voy y por eso me alejo y por eso sigo viviendo como antes…
Don Ramón: ¡Bah!... ¡Bah!... ¡Paparruchas!... ¿Te desconozco, nieto… Tú… el Caballero de Gracia, hablando tan ceremoniosamente?...
Rafael: Abuelo… el Caballero de Gracia está triste…
Don Ramón: Vamos, deja ese tono a un lado y hablemos francamente… ¿Por qué te vas?...
Rafael: Me voy… porque estoy enamorado…
Don Ramón: ¿De quién?... ¿De la titiritera?...
Rafael: ¡No!... ¡no!...
Don Ramón: ¿De doña María?...
Rafael: Vamos, abuelo… No bromee… Quiero de todo corazón a mi prima… y como casarme con ella sería una insensatez… ¡he resuelto marcharme hoy mismo!...
Don Ramón: ¡No seas papanatas!...
Rafael: Sí, abuelo… Yo soy demasiado poco para ella… Ella es demasiado buena para mí… ¡Yo siento en mi sangre la divina locura de andar!... ¡No!... ¡no!... Si no puede ser abuelo… Créamelo… A veces me dan ganas de quedarme, de hacer una vida ordenada… de vivir con ustedes, de levantarme temprano… de trabajar mucho… de casarme con mi prima y de vivir únicamente para ella… Pero luego me asaltan los temores de olvidarla… de volver a la vida antigua… de emprender una aventura deschabetada, y entonces siento miedo de quedarme… y entonces prefiero irme, continuar esta vida viajera, sin sentido y sin preocupaciones…
Don Ramón: Lo dicho: eres un palangana… Tú te quedas aquí. Tú vives con nosotros: Tú trabajarás en el campo… Tú quieres a mi Chabela y ella te quiere a ti… Ustedes se casarán…
Rafael: ¡Abuelo!...
Don Ramón: Lo dicho: se casarán… Yo seré el padrino… Nada… nada… Eres todavía un niño… Y eso es lo importante… No faltaba más… ¡No hay réplica!... En dos meses más haces la locura definitiva: te casas.
Sinforosa: (Entrando). Don Rafael: un caballero largucho, flacucho y feucho predunta por usted…
Rafael: El payaso… Dile que pase…
Sinforosa: (Gritando). ¡Paselé!... ¡Paselé!... Parece que juera gringo… No entiende cuando le hablan claro… ¡Paselé!... ¡Paselé!...
Don Ramón: ¿Has visto qué mujer?... ¡Es un parche roso!... Créemelo, Rafael, cuando me dijeron que te ibas, sospeché que era por no ver a este pajarraco… y hasta a mí me dieron ganas de irme también… ¡Yo no sé por qué Dios pierde el barro haciendo tinajas!... ¡Cuando con el mismo material podía fabricar mujercitas archisupergrandiosas! ¿No me hallas razón?...
Rafael: ¡Sobrada!
Don Ramón: Claro… A Dios no más se le ocurre perder una costilla de Adán haciendo a la Sinforosa… ¡Maldita sea!... Con lo caras que están las costillas ahora…
Payaso: (Entrando). Buenas tardes…
Rafael: Muy buenas… ¿No hay novedad?...
Payaso: Ninguna… Todos en la estación esperándolo…
Rafael: Bueno… En mi pieza tengo todo listo… Andando… (Entra a su cuarto. El payaso lo sigue, pero se detiene al saludo de don Ramón).
Don Ramón: Salud, señor… Con que esta tarde de viaje…
Payaso: Sí, señor… en diez minutos más sale el tren…
Don Ramón: Pues apurarse, que Rafael no ha de acompañarlo…
Payaso: ¿Cómo que no?...
Don Ramón: No, señor… Se queda con nosotros, aburrido de andar ladrándole a la luna…
Payaso: Pero, señor…
Don Ramón: Se acabaron los payasitos…
Rafael: (Saliendo). Abuelo… ¿qué hace usted?...
Don Ramón: Nada… que te quedas… que no te vas…
Rafael: Vamos, viejo… Eso es imposible… No puede ser…
Don Ramón: Lo dicho… ¿No quieres tú a mi Chabela?...
Rafael: Sí… con todo mi corazón… ya le he dicho que por eso me voy…
Don Ramón: Vamos, hombre… déjate de paradojas cursis… Tú te quedas y san se acabó… Convéncete, Rafaelito… Lo que tú haces no es vivir… La felicidad está aquí: en este caserón viejo, pero tranquilo… Eso de andar por ahí, a veces riendo, a veces llorando, es muy triste… El corazón se cansa de esa vida viajera y cuando quiere volver ya es tarde… ¡La felicidad ha pasado! Si yo también fui de esos locos volanderos, pero no me arrepiento de haber vuelto al redil… A los veinte años todos somos golondrinas, pero después, la pechuga también se no pone negra y nos transformamos en unos pobres tiuques que necesitamos de nuestra jaula tranquila parra poder vivir… ¿No es verdad, señor Tiuque… digo, Payaso?...
Payaso: Ha hablado usted como un libro… Mucho siento yo que don Rafael nos deje en medio del camino, pero me alegro, porque ha de ser para su felicidad; sí, don Rafael… La vida se hace muy pesada, cuando se anda por caminos muy largos…
Rafael: Sí… pero ella… ¿qué dirá?... Etelvina…
Don Ramón: ¡Bah!... ¡bah!... Tú no la quieres… Tú no estás enamorado de ella, lo que a ti te atrae es la carpa bohemia, y basta ya de carpa… ¡que cuando se nos viene el invierno encima, más seguro se está en un caserón que en una tienda de trapo!...
Payaso: ¡Justo!... Además, ella tampoco lo quiere a usted… Claro que no se puede querer en nuestra vida… ¡No hay tiempo para pensar en nada seriamente!... Lo que ella le agrada, es tener un admirador de nombre y de lustre… como usted… con lo cual dar envidia a sus compañeras… pero eso no es amor, ¡eso es aureola!... Créame, don Rafael… No lo quiere, no lo quiere… ¡Créame que le habla un maestro de la farsa, que ha vivido con ella y que ha dado su vida por ella!... esta es la primera vez que hablo sin careta… ¡Quédese, don Rafael!... ¡Quédese! (Dan las seis en el reloj). ¡Caray!... ¡Las seis!... Me voy corriendo… Hasta luego don Rafael… Que se usted muy feliz, y no se olvide nunca de este viejo payaso que ha sabido quererlo…
Don Ramón: Venga esa mano… ¡No merecía usted ser payaso!...
Rafael: Adiós, viejo… adiós… Muchos saludos para todos… (Lo acompaña a la puerta). Aquí dejas un buen amigo… ¡un payaso fracasado!... (Mutis payaso. Pausa). Abuelo… ¡Tengo pena!...
Don Ramón: ¡Bah!... Tonterías… Es la pena que se siente cuando se va algo, bueno o malo, para no volver jamás… ¡y no acordarse más de esto! Y ahora, a concluir el retrato de mi Chabela… ¡Chabela!... ¡Chabela!...
Rafael: No… no… No la llame usted…
Don Ramón: Vamos, no seas niño… ¡Chabela!...
Chabela: (Apareciendo). ¿Me llamaba, abuelito?...
Don Ramón: Yo no… El que te llamaba era Rafael… para concluir el retrato…
Chabela: (Dudando). ¿Rafael?...
Rafael: Sí, prima… Yo, que no me atrevía a gritarlo con toda mi fuerza… ¡Chabela: te quiero!... ¡Te quiero con todo mi corazón!...
Chabela: No… eso no puede ser; tú me dijiste que esta tarde salías de casa…
Don Ramón: Vamos, tonta… No te hagas la regodeona. ¡Miren ésta ahora!... No temas, que los payasos se han ido…
Rafael: ¡Y para siempre!...
Don Ramón: El gavilán se queda entre nosotros… Le hemos cortado las alas y con esas plumas hará su nido… (Rafael y Chabela se miran en silencio). Bueno, basta ya de miradillas… ¡Al retrato!... ¡Al retrato!... (Sienta a Chabela en la silla que da a la ventana. Rafael, como un autómata, arregla los útiles).
Rafael: Así, prima… Mirando para acá… Sonriendo…
Don Ramón: Alegres, muy alegres…
Chabela: (Haciendo una sonrisa fingida). ¿Así?...
Rafael: Sí… sí… más levantada la cabeza…
Don Ramón: (Tomándola). Arriba la barbita… y sonriendo… ¡siempre sonriendo!...
Rafael: (Principia a pintar sin ganas. Se oye fuera, distante, la murga del circo que se aleja). ¡Los payasos se van!... ¡Los payasos se van!...
FIN DE LA COMEDIA